Introducción Macabro AJ Navarro
Nuevamente, las criaturas de la noche se levantan de sus criptas como desde hace 22 años para una época especial. Sobrevivimos al descrédito de los mitos alrededor de nuestras terroríficas existencias probando por más de dos décadas que el cine de género alimenta a aquellas almas en desgracia que en la oscuridad de una sala de cine comparten un segundo hogar en el que se sumergen en las historias que el horror, terror y la ciencia ficción tienen para cada uno de ellos.
Es esa complicidad con la sala de cine, misma que nos fue despojada en momentos distópicos y que nos arrebató la posibilidad de celebrar dos décadas de macabrosas reuniones en nuestros recintos favoritos donde la única luz que importaba era la de la pantalla, la que poco a poco se reconstruye. Hacerlo no ha sido sencillo para nosotros, los seres noctambulantes, ni para los mortales que nos acompañan, aquellos que aman la sangre, el miedo y los futuros improbables y que se conjugan en un solo grupo que ha logrado hacer una familia durante todo este tiempo.
Después del dolor de una pandemia que casi nos corta nuestras alas de ángeles caídos por la pasión al cine de horror, el Festival Macabro regresa con ganas de hacer una fiesta que se alimente de las almas que se han convertido hacia esta celebración con el paso del tiempo, aquellos que comenzaron siendo eventuales y se convirtieron en fieles servidores o aquellos ‘freaks’ que se han mantenido desde el 2002 a la fecha y que han dejado algunos caídos en el camino.
Son 22 años de mantenerse en pie, de conservar el título de ser el primer y más experimentado festival de cine de género en el país, trascendiendo fronteras e impulsando siempre a todos aquellos que miran a ultratumba en vez del cielo. Ahora, es una cita obligada cada mes de agosto, una época en la que la oscuridad de una comunidad gozosa se une como una hermandad de sangre de clase internacional. Nacido desde sus entrañas como un espacio para exhibir, rescatar y exhibir cine de horror independiente de todos los oscuros rincones del globo.
A través de homenajes, retrospectivas y el rescate de obras que han logrado ser revaloradas junto a los creadores de las mismas, el Señor Macabro ha caminado con pie firme a través de las llamas infernales y los retos que los círculos del averno cultural en México le han puesto de frente. Sin miramientos o excepciones, el festival se ha convertido en ese dantesco lugar en el que los experimentos cinematográficos más locos, los clásicos silentes así como las creaciones anormales de culto y los documentales prohibidos sacados de las páginas prohibidas del género convergen para crear una atmósfera aterradoramente encantadora.
Asimismo, es aplaudible que la relación entre cine y espectadores haya trascendido al más allá, conectando entre los fantasmas de todos aquellos que comenzaron siendo seguidores de este festival hasta convertirse en creadores del género a través de las historias, los encuentros y la generación de ideas que han terminado en cortometrajes o películas que han logrado la meta final para formar parte de este culto Macabro que continúa apoyando la industria del género y a todos esos científicos locos que buscan contar sus historias de vez en cuando.
Ha sido un camino placenteramente tortuoso para Macabro, mismo que ha pasado de una poseída infancia a una monstruosa adolescencia, hasta unos XV años sanguinolentos y una adultez vampírica llegando a sus dos décadas. En este sendero, la ceremonia por excelencia del cine de horror en México ha sido testigo a través de sus ojos oscuros de la lucha que el horror y la ciencia ficción han tenido con el paso de los años hasta ver la gran explosión que ha logrado tener en un momento de coyuntura en que estos géneros fantásticos son los ideales para encarar la dura fatalidad del mundo real y su constante polarización.
Gracias a Macabro, el género no sólo ha encontrado una resonancia importante en el país, pues su oscura voz repercute hasta los recovecos más inesperados de Latinoamérica y el resto del mundo, como una infección contagiosa que se expande a través de la mordida generosa que ofrece una vida eterna de sangre, distopías y visiones de toda índole que todas las criaturas de la noche podemos compartir bajo el ala de ese ángel infernal que nos envuelve en la convivencia eterna de una sala de cine, de un grupo que trasciende el culto y crea una comunidad unida por lo raro, lo freak y lo que único de nuestra estirpe.
Así, Macabro nació prácticamente al lado de un nuevo milenio que ha creado un lugar seguro para todos los amantes del horror y el cine de género, creando una fiesta pagana que, a sus 22 años de vida, se agradece tener. Para todos aquellos que regresan, bienvenidos sean a esta celebración de nueva cuenta y para quienes apenas abren el pergamino de invitación por vez primera, déjense llevar por una experiencia que, sin duda, los hará parte de una sociedad macabra de aquí a la eternidad. Nos vemos en la oscuridad de la salas, donde todos somos uno y el cine nos vuelve uno.