#LetrasMacabras Bram Stoker: sobre Drácula, y más allá del vampiro

Posteado por: Diario Macabro
12/06/2017

stoker

Por: Diego Vilchis (@silens_aeternum)

El 26 de mayo de 1897 vio la luz una de las novelas fundamentales en la historia de la literatura. Drácula, escrita por el irlandés Abraham (Bram) Stoker, es el referente predilecto y básico sobre la estructura arquetípica de una de las figuras más populares en la literatura de terror: el vampiro.

No se trata, pues, de las primeras letras sobre la figura del no-muerto: ya desde antes, de las entrañas del romanticismo nace The Vampyre (1819), de John William Polidori – de aquella misma reunión donde Mary Shelley edifica a su moderno Prometeo, Frankenstein -, o La mourte amoureuse (1836), escrita por Theophile Gautier; la más trascendente, empero, sería Carmilla (1871) aquella figura femenina seductora y oscura que emergió de la mente de Joseph Sheridan Le Fanu.

Influenciado por aquellos páramos literarios, y como resultado de una investigación que duró siete años sobre el folklore europeo, Stoker construyó un personaje de características únicas: es la ruptura en el límite de la vida y la muerte, un vacío cuya presencia terrenal evoca la tempestad anunciada por los aullidos nocturnos – ¡contemplad a los hijos de la noche! -. No es sólo un ser nocturno. Él es la noche. Él es la oscuridad. O al menos, una representación corpórea de ella. Su nombre, tomado de aquel famoso personaje histórico sobre la resistencia rumana al Imperio Otomano a finales de la Edad Media, se volvió como aquel soplo que le da vida al golem: draculea, el hijo del dragón (Vlad Tepes fue hijo de un miembro de la Orden del Dragón), o el hijo del demonio. Drácula.

Dracula1st

La expectativa que generó la obra publicada por el nacido en Clontarf en 1847, llegó algunos años después de su aparición, convirtiéndose en su obra maestra, referencia obligada para ligar a Stoker al mundo de las letras. Sin embargo, Drácula no fue su primer libro. De hecho, su primer interés en el quehacer artístico se manifiesta bajo la crítica teatral, actividad que desempeñó para el Dublin Evening Mail (del cual Le Fanu era copropietario). De ahí que conociera a Henry Irving, haciendo la crítica de su Hamlet (1876). Desde entonces, el actor y el escritor se hicieron amigos.

En la ficción, su predilección por el terror surgió también antes de Drácula. Así lo demuestra The crystal cup, cuento publicado en 1872 para la London Society. De igual forma, The dualists (1887), una historia sobre gemelos, para The Theatre Annual, así como The judge’s house (1891), de corte sobrenatural, que fue recopilado posteriormente en Dracula’s guest and other weird stories (1914). Dentro de la novela se encuentran The lady of the shroud (1909) y The lair of the White Worm (1911), ambas escritas pocos años antes de su muerte, y que, al igual que Drácula, se entrelazan en lo gótico y lo fantástico, un último respiro macabro del imaginario de Stoker. Su primer novela, The Snake’s pass (1890) se basa en la leyenda de San Patricio y su victoria ante el Rey de las Serpientes, en Irlanda.

De los pocos trabajos ajenos al género, se encuentra una recopilación de historias para niños, Under the sunset (1881), así como Personal reminiscences of Henry Irving (1906), que escribió tras la muerte de su amigo y actor.

El trabajo literario de Bram Stoker se extiende poco más allá del féretro lúgubre de cuyo interior emerge la voz de la oscuridad. Tras aquellas sombras, vale la pena hurgar entre las páginas de su legado, de las cuales se desprenden otras visiones suyas del terror.

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