En el centro de la Ciudad de México se encuentran las ruinas del Hotel Posada del Sol, un hotel que se dice es uno de los sitios más embrujados de la ciudad.

El edificio en deterioro fue la gran obra de Fernando Saldaña Galván, quien a mediados del siglo XX, dio sangre, sudor y lágrimas para crear un espacio artístico único en la Ciudad de México, un fallido intento para hacer uno de los hoteles más extravagantes del mundo.

Aún cuando el Posada del Sol se mira en ruinas desde el exterior y tiene muy poco significado para los vendedores que lo rodean, el interior revela gran belleza y significado histórico. Combinación de arquitectura barroca colonial y modernismo en decadencia, el hotel ocupa más de media manzana con jardines, patios, fuentes, terrazas, pinturas y puntos elevados.

La construcción se suspendió completamente a principios de 1945. Debido a factores externos y una deuda que crecía, Galván se colgó en el patio del hotel. La leyenda cuenta que maldijo el hotel antes de quitarse la vida y que por esa razón permanece vacío. Una de las explicaciones dicen que Galván perdió la razón y asesinó a su familia antes de la apertura del centro cultural; otros creen que Galván se metió en problemas con los Francmasones, y otros que el proyecto es una fachada para realizar ritos satánicos.

Uno de los misterios más conocido del edificio abandonado es una habitación en penumbras que es el hogar de un altar dedicado a una niña extraviada y encontrada muerta en el sótano del hotel y cuyo fantasma encanta el lugar. Otros dejan un dulce en el altar de la niña para escapar de su maldición.

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